martes, 15 de junio de 2010

Un Maestro criollo con todas sus letras

Cuando se habla de la música criolla en Venezuela es necesario hacer un recorrido histórico, cabalgando por los recuerdos más remotos de nuestra memoria.

Desde los tiempos de la colonia, la música ha tenido su espacio en el medio social venezolano y hacia mediados del siglo XIX ya habían sido introducidos géneros como la danza, la contradanza, la polca, el minué, la mazurca y el vals, utilizados por nuestros mejores compositores.

La cultura venezolana y, por ende, su música es el resultado de la mezcla de tres razas: la indígena, la mediterránea –especialmente la española– y la negra africana. No parece raro entonces encontrar en el país ejemplos tangibles del criollismo venezolano con compositores populares de la talla de “El Maestro” Cruz Felipe Iriarte, Patrimonio Cultural Viviente del estado Vargas. Un ícono de la música nacional que ha contribuido con su acervo y, además, ha hecho un gran aporte como pedagogo de la música popular contemporánea.

Es uno de los mejores exponentes del pregón venezolano, específicamente en las costas del Litoral central, esas que desde el estado Vargas saludan de manera imponente a todo aquel que pisa tierras venezolanas y han servido de cuna a destacados talentos.

Carisma, vivencia, brillo y alegría se encuentran reunidos en este ser que, con mucha efusividad abrió las puertas de su casa para esta entrevista.

—¿Cuándo se inició en la música, Maestro?
—Yo creo que nací con eso de la música en la sangre porque es lo único que he hecho en mi vida y que, además, me gusta hacer. Es un don. Antes de ello era peón o lo que llamaban ayudante de albañilería en alguna obra. Recuerdo que una mañana, mientras trabajaba, me vino a la cabeza una canción que ya para la tarde se me había olvidado. Le di más vueltas a esa cabeza y nada, hasta que a los días la recordé, le agregué otros detallitos y te cuento que resultó muy exitosa. El tema fue El Frutero, una letra reconocida en toda La Guaira y fuera de ella también.

SUS RAÍCES
—¿Fue su madre quien lo encaminó en el mundo de la música?
—No, realmente esa iniciativa fue de mi padre, a quien le agradaba que yo tocara porque parece que le inspiraba algo. Él se empeñó en que empezara a amar la música, aunque murió cuando yo era muy niño. Mi padre no fue músico, pero sí le gustaba cantar al pie del arpa. De pequeño, cuando tenía como ocho añitos, me compró un cuatro y así empecé con mis primeros acordes. Tocaba por todas partes, no me despegaba de la gente. ¡Cómo eché broma con ese cuatrico!
También estuve influenciado por un tío llamado Francisco Liendo, hermano de mi mamá, que me apoyaba para que incursionara en la Academia de Música.

DURA INFANCIA
Cuenta El Maestro que, cuando tenía 14 años, falleció su padre, por lo que tuvo que asumir un rol responsable dentro de la familia y decidió empezar a trabajar para sus hermanas.
—Cuénteme de ellos…
—Bueno, nosotros éramos tres hermanos y una que se murió antes de nacer. Quedamos mi hermana mayor, Francisca, a quien le llamábamos “Panchita” y una hermana por parte de papá que se llamaba Úrsula. Nos llevábamos muy bien.
—¿Cómo describiría su historia de vida?
—Esa es una tarea extensa. Te cuento que al principio, cuando empezaba a ser un hombrecito o, más bien, cuando entraba en la adultez –¡porque uno nunca deja o empieza a ser hombre o no!–, fue una etapa de mucho crecimiento, ya que trabajaba –como te dije– para sacar adelante a mis hermanas y estudiaba para sacar la educación básica. Pero después, poco a poco, fui calando y así llegué a Caracas para iniciar estudios en la Escuela de Música, que funcionaba en lo que es hoy la Escuela Juan Aranaga. Después ingresé a la Escuela Superior de Música, –hoy la José Ángel Lamas– para cursar Teoría y Solfeo y luego Composición y Armonía. Nunca he dejado de aprender, a pesar de que mi instrucción fue demasiado escasa sólo culminé la primaria.

Lo que lo enseña a uno es la actividad, el ejercicio, no la institución solamente, por eso es que jamás se deja de aprender. ¡La vida es una gran escuela!

Así fue que empecé a dar clases de música en cada escuela, liceo, institución estatal y privada de Vargas, donde soy bien reconocido y, bueno, mírame, con mis achaques de viejo pero vivo de ello aunque ya no con tanta energía como antes. Llevo una vida tranquila.

—¿Cuántos temas musicales ha compuesto?
—Llevo unos 50 temas, de los cuales muchos han marcado su trayectoria. Entre ellos fueron grabados: El frutero, Juana y José, que es una guasa, término con el que se conoce al merengue cuando tiene una letra no muy seria, sin necesidad de que sea rochelera. Yo tendría unos 14 años cuando la escribí, pero gustó bastante también. Hay muchos que no han salido porque no los he dado a conocer, no los he sacado a la luz. Yo tengo canciones de diferentes tipos, aunque hice énfasis en la criolla por cuestiones de naturaleza, desarrollé principalmente la guaracha y canciones con ritmos caribeños, valses y joropos, además del merengue y la guasa.

EN EL ARTE DE AMAR
Como buen caribeño, de sangre apasionada y todo un galán de oficio natural, cuenta que en la historia de su vida han sido protagonistas cuatro mujeres a quienes amó (Eduviges Rodríguez, María Susana Palma, María Cleotilde Sánchez y Selestina Brito), con las que formó una familia de la que se desprenden 22 hijos: Francisco, Cruz Salvador, Omaira (+), Norma, Humberto, Yovanny, Omar, Javier, Freddy, Elio (+), Julia, Jaime, Armando, Elsa, Saida, Deisy, Loiwi, Diani, Alexander, Francklin, Julia Sheila y Sarjeney.

—¿De esa descendencia quiénes heredaron sus genes musicales?
—De todos mis hijos solo salieron músicos Salvador, Julia, Elsa, Saida, Cruz, Omar, Loiwi y Javier, que se destacan en la composición, el canto o la ejecución de algún instrumento. Hay a quienes les gusta la música, pero la música no gusta de ellos.

Por otra parte, hay quienes practican expresiones distintas del arte, como la danza. El resto hace otras actividades de la vida que no implican la música o algo que se le parezca.

TODO UN ÍCONO
Cruz Felipe Iriarte, baluarte de conocimientos musicales, además de ser considerado una gloria del folclor venezolano debido a su contribución al acervo cultural y musical del país, en 60 años de vida artística le han sido otorgados diversos reconocimientos. En una de las paredes del salón de su casa posan varios de ellos.

—¿Qué significa para usted ser considerado como “Patrimonio Viviente Cultural del estado Vargas”?
—A mí se me dio ese mérito de ser Patrimonio ahora, con este Gobierno, aunque yo no soy politiquero ni nada de eso. Antes no se me hizo un honor como éste, pero, ¿quién soy yo para exigir que me quieran y valoren mi trabajo?
Hay instituciones que reconocen mi labor de manera espontánea y eso lo agradezco. Ahora estoy en todas partes, hasta en unas pancartas en lugares públicos con mi foto y todo, y eso me hace sentir bastante bien.

—¿Qué otras distinciones ha recibido por su labor?
—Es difícil nombrarlas o decir cuáles o cuántas son porque son muchas. Todas tienen un significado para mí, desde los botones, que son chiquititos, hasta las placas más grandes. Todas tienen el mismo valor simbólico, son importantísimos para mí.
Me siento muy satisfecho de lo que he recibido en esta vida, ¡la verdad que sí! Todo el mundo me conoce en mi territorio y hasta fuera de aquí… ¡pero eso no es culpa mía!

—¿Cómo ha dado a conocer su trabajo musical?
Buena pregunta porque yo no he hecho nada. Nunca he salido de La Guaira porque es mi tierra. Las veces que he salido de aquí es porque me han invitado y, entre esas veces, recuerdo haber ido a Caracas, Carabobo, Guyana y a otras partes del país, pero ha sido de pasadita, de uno o dos días porque no me siento bien fuera de aquí.

—Entonces, ¿netamente guaireño?
—Sí. Es que toda mi historia la he escrito aquí. Me conozco todo el estado, desde las costas de Carayaca hasta Chuspa. Cuando estaba joven me caminaba eso por allí, andando con mi guitarra, armando fiesta en todas partes.

—¿Qué le inspira al momento de escribir?
—Yo nunca me he sentado a escribir. Eso es parte de mi don. Cuando una música me va a salir, sale y punto. No soy de esos que se ponen las pantuflas para escribir y se sientan. Lo mío es por momentos de inspiración en los que me sale crear y lo guardo en la cabeza, donde no se me pierde nada. Allí anoto todo. Así hasta le he montado la música a himnos de institutos educativos, como los que compuse para la Escuela de La Guaira, la Miguel Suniaga, la Escuela Técnica Licenciado Francisco Aranda… En total son como cinco los planteles a los que les hice la música del himno.

Estando concientes de que El Maestro Iriarte es uno de los mejores exponentes de la música venezolana, a continuación se transcribe el primer tema que éste logró, conocido como El frutero…

Allá viene el frutero con su pregón vendiendo las piñas para las viejas, para las niñas, aquí sentado espero.

“Si no puedes comprarme, no vayas a quedarte, Teresa, sin saborear la rica cereza, yo te la puedo fiar. Cómprame, Alejandrina, la mandarina que aquí yo vendo, la guanábana, el coco y el gran jojoto también los tengo.

La naranja sabrosa, la pomarrosa también la llevo, y el mango que a ti te gusta, la lechosa traigo yo aquí con la parchita y el melón, tomate grande y el ají, cambur y limón”.
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Composiciones por montón
Vasta es la obra de Cruz Felipe Iriarte. Aquí una muestra:
> El Frutero (merengue, 1936).
> Hortensia (bolero, 1936)
> Te amé (bolero son, 1937)
> Imposible (canción fox, 1939)
> Juana y José (merengue criollo interpretado por Barbarito Diez, 1939)
> La Negra Dorotea (merengue criollo, 1942)
> En la playa (vals, 1944)
> Arroyito (vals con letra de Carmen de Fuenmayor, 1946)
> Mi primer amor (vals con letra de Carmen Pareja, 1946)
> En Puerto Cabello (joropo, 1965)
> El Guaireño (joropo, 1965)
> Elvira (bolero)
> Esto es La Guaira (1985)
> Mi Esperanza (merengue criollo, 1990).

Biografía Mínima
> Luis “Cruz” Felipe Iriarte, músico venezolano, nació en Bayaja, sector ubicado en la parte alta del Casco Histórico de La Guaira, el 14 de septiembre de 1922.
> Hijo de dos guaireños, Julia Liendo de Iriarte (de Macuto), ejecutante de la música, y de Felipe Eleuterio Iriarte (de Naiguatá).
> Desde muy temprana edad mostró inquietud por la música, su gran pasión. Desde muy joven inició su formación académica en la Escuela de Música de Maiquetía y, posteriormente, en la Escuela Superior de Caracas, donde estudió Teoría y Solfeo y Armonía y Composición, con músicos de amplia trayectoria, como Vicente Emilio Sojo, Pedro Antonio Ramos y Antonio Estévez.
> Este ilustre cantautor, que va con su música alegrando a la humanidad, actualmente cuenta con 87 años, vive en la calle Alegría, cerca de Ermita del Carmen, en La Guaira, con su señora Celestina de Iriarte.
> Pese a que su salud ha venido afectándose, sigue viviendo para la música y para su terruño natal. Tocar algunos acordes y tararear un poco lo engrandecen.

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Reconocimientos y honores
> Esta personalidad del mundo artístico venezolano es considerado un ícono de la cultura varguense, gracias a sus destacadas composiciones que han exaltado la música popular, siendo declarado en 2005 “Patrimonio Viviente Cultural del estado Vargas”.
> Su insigne nombre identifica en la actualidad el Complejo Cultural de la región, el auditorio del Instituto Autónomo Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar (IAIM) y la coral que de éste se desprende, como testimonio fiel de su destacada labor impartiendo clases allí, sin dejar por fuera a la Orquesta Típica Cruz Felipe Iriarte, nacida en 1989, que en sus recorridos se ha encargado de llevar su nombre por diversas partes del mundo.
> Más de 300 placas, botones, diplomas, insignias y otras menciones honoríficas, entregadas por diferentes instituciones, ha recibido “El Maestro” Cruz Felipe Iriarte. Entre ellas figuran las otorgadas por casi todas las instituciones del Estado y otras tantas provenientes de empresas privadas.
> En 2009 recibió una pensión vitalicia por parte de la gobernación del estado Vargas.
> En 2008 la Universidad Marítima del Caribe le confirió el Doctorado Honoris Causa, resolución acordada por ser un “insigne guaireño que lo ha dado todo por la música y por su terruño”.
> El Maestro ha dirigido reconocidos coros, entre ellos la Coral de los Bomberos de Maiquetía y de El Cafetal, la del Centro Simón Bolívar, la Perestina de La Guaira, la coral de la Cofraternidad de Naiguatá y de la Escuela Náutica de Venezuela.
> Es fundador de la Coral del IAIM, donde ha realizado un brillante trabajo al frente de estas agrupaciones.
Su talento artístico ha buscado darle el debido reconocimiento, difusión y mantenimiento a la idiosincrasia venezolana.

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